¿Quien fue Emmi Pikler?
Emmi Pikler nació en Viena en 1902 en el seno de una familia acomodada, su madre era maestra y su padre ebanista. Vivió su infancia en Budapest y regresó a Viena en los años veinte, para estudiar medicina. Se especializó en pediatría y realizó sus prácticas en el Hospital Universitario de la misma ciudad, bajo la dirección del Dr. Pirquet.
Los comienzos de Emmi Pikler como pediatra
Fue allí, en el Hospital Universitario, donde Emmi Pikler pudo, ya, familiarizarse con bastantes de los principios que luego ella misma pondría en práctica en Budapest, a su regreso.
- Atendían a los niños con mucho cuidado, procurando que no llorasen, dedicándoles el tiempo que fuese necesario.
- Los niños podían pasar parte del día en rincones de juegos adaptados a ellos o incluso en el exterior (pequeños balcones), siempre y cuando su estado de salud se lo permitiese. No era necesario que estuviesen todo el día postrados en la cama.
- No se les obligaba a comer más de lo que los niños querían.
- Iban vestidos con ropas cómodas para que pudiesen moverse libremente.
Durante este tiempo también se dio cuenta de que los niños de barrios obreros, niños que jugaban en las calles, que subían árboles, que corrían libremente… padecían menos caídas, menos golpes y fracturas que los niños de familias más acomodadas, criados en un clima de disciplina y de sobre protección.
Observó el amor con el que los padres trataban y cuidaban a sus hijos dándoles la mano para que no tropezasen, recogiéndoles del suelo si se caían, pero observó del mimo modo que esos niños eran desconfiados e inseguros.
Atendía tanto a los niños como a sus familias
En 1932, regresa a Budapest con el que sería su marido, György Pikler, un pedagogo progresista en cuyas ideas también apoyó su experiencia profesional.
Emmi Pikler siguió trabajando como pediatra convencida de que las condiciones y el entorno de vida de los niños influía en su salud física. Por eso, no solo atendía a los niños enfermos sino que atendía también a los niños y a sus familias cuando estaban sanos.
Su objetivo era que los padres descubrieran por si mismos la importancia de tener confianza en la capacidad de desarrollo de sus hijos. Además les ayudaba a crear espacios adecuados para que los bebés pudiesen moverse libremente, establecía con ellos el ritmo de alimentación y de sueño más adecuado para el niño y favorecía que el momento de vestirlo, cambiarle el pañal, bañarle y alimentarle fuesen momentos tranquilos y placenteros, haciendo participe al niño y escuchándole en todo momento.
La Casa Cuna Lóczy
Estos principios fueron trasladados a la Casa Cuna de Budapest, un orfanato que dirigió desde 1946 a petición del gobierno Húngaro.
Se trataba de un hogar para niños que no podían ser atendidos por sus padres, ubicado en el nº 3 de la calle Lóczy, de ahí el nombre que recibió popularmente Casa Cuna Lóczy.
En este lugar lo que se pretendía era ofrecer a los niños que allí vivían una vida lo más normalizada posible, teniendo en cuenta la ausencia de sus padres. Había que protegerles de las carencias afectivas que padecían y que podían influir negativamente en su desarrollo.
Las personas que trabajaban allí velaban por el bienestar físico, afectivo y psíquico de cada bebé y ofrecían las condiciones óptimas para el mejor desarrollo posible de cada uno de ellos. Se creó un ambiente cálido, acogedor, de armonía, no solo física sino también emocional.
Además de esta maravillosa atención a los niños, la Casa Cuna Lokzy también sirvió para realizar observaciones e investigaciones relacionadas con el desarrollo de los bebés.
En 1961 la Casa Cuna Lóczy se convirtió en un Hogar Infantil de Metodología Aplicada y, más tarde en el Instituto de Metodología, Puericultura y Educación.
En 1970, el Instituto Lóczy se convirtió en el Instituto Nacional de Metodología de los Hogares Infantiles, sirviendo de apoyo a las otras casas-cuna de Hungría.
En la actualidad, se llama Instituto Emmi Pikler y es una Fundación que soporta buena parte de su supervivencia económica en donaciones internacionales provenientes de muchas partes del mundo.
¿Qué nos dejó Emmi Pikler?
La Doctora Emmi Pikler murió en el año 1984, en Budapest, obsequiándonos con un sistema educativo basado en el respeto total del niño.
Se centra en el establecimiento de auténticas relaciones de confianza entre el adulto y el niño. El adulto tiene que atender y cuidar el bebé con mucho amor y respeto, interaccionando con él en todo momento y haciéndole partícipe de las acciones que realizan juntos (la hora del baño, el momento del cambio de pañal, de vestirse, de comer…).
Por otro lado, es muy importante que no perdamos de vista que el desarrollo motor del bebé es naturalmente espontáneo, por eso debemos dejar que el niño se mueva en libertad sin forzar etapas y respetando su ritmo individual. El hábito de ayudar a los niños a adoptar determinadas posturas no es beneficioso para ellos. El adulto adoptará una actitud basada en el no intervencionismo y en el favorecimiento de la actividad autónoma del niño.