PRINCIPIOS PEDAGÓGICOS
Somos un centro de educación infantil diferente
NUESTRA PEDAGOGÍA SE BASA EN:
Respetamos la forma de entender el mundo de los niños, respetamos sus intereses, características y necesidades, para ofrecer una respuesta educativa acorde a las mismas.
Tratamos a los niños como seres humanos completos y únicos, utilizando nuestro sentido común, poniéndonos en su piel y dándoles todo nuestro amor.
Cada niño es único y diferente y tiene sus propios ritmos de aprendizaje. Todos aprendemos de todos y todos aceptamos a todos. Los juicios y las etiquetas se quedan fuera, encorsetan y limitan el potencial.
El niño es constructor de su propio aprendizaje y aprende explorando, imitando, observando, manipulando objetos, aprende por acierto y error, por imitación… Kokoro es un lugar para aprender haciendo y aprender jugando.
El juego es la actividad natural del niño; es él quien decide a qué quiere jugar, dónde, cómo y durante cuánto tiempo.
Esto le permite descubrir, experimentar, explorar, crear, y gracias a ello se descubre a sí mismo, desarrolla su personalidad y autonomía, se adapta al mundo que le rodea y puede descargar tensiones.
El ambiente del centro está creado por y para los niños, es un ambiente seguro en el que pueden desenvolverse a su ritmo.
Se fomenta la autonomía del niño dejándole actuar desde un acompañamiento seguro.
La libertad de uno mismo termina donde empieza la libertad del otro. Si un niño se siente libre podrá descubrir realidades, ver hasta dónde puede llegar y hacerse responsable de sus decisiones.
Los niños pueden moverse y jugar libremente por el ambiente, pero dentro de unos límites que el adulto tiene que establecer de forma clara y respetuosa.
Los límites son muy necesarios, generan seguridad, pero unos límites bien planteados y con un sentido que los niños puedan asimilar y comprender.
El niño necesita vincularse con el espacio, con el resto de niños y con las educadoras. La mejor manera de hacerlo es acompañado por su papá, su mamá u otra figura de apego importante para él.
La familia permanece con el niño en su sala el tiempo que sea necesario hasta que esté preparado para quedarse solo. ¿Y cuánto tiempo es ese? Pues depende mucho de cada niño, de su edad, de su personalidad, de sus experiencias pasadas… Puede necesitar unas horas, unos días o varias semanas.
Acompañamos con el máximo respeto y empatía las emociones de los niños para que se sientan queridos y puedan crecer siendo ellos mismos.
Aceptamos y queremos a cada niño tal como es, respetando sus ritmos y emociones, adoptando una actitud tranquila y sin prisas.
Las familias formáis parte de Kokoro. El equilibrio entre el hogar y la escuela es fundamental e iremos de la mano desde el principio hasta el final.